miércoles, 14 de noviembre de 2012

Manuel Dorrego




Dorrego es uno de nuestros próceres mayores, avaramente reconocido por la historia oficial  que sólo recuerda su condición de “fusilado” para no ahondar en las razones de su muerte, ni inculpar a su verdugo ni a sus autores intelectuales. Asumió como gobernador de Buenos Aires luego de que Rivadavia renunciara tras el escándalo provocado por su emisario Manuel J. García, obediente a los dictados de Gran Bretaña, al ceder al Brasil la Banda Oriental a pesar del triunfo de las armas argentinas en Ituzaingó. Dorrego había sido representante en la Legislatura porteña del caudillo federal Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, y allí había denunciado las arbitrariedades y corruptelas de don Bernardino y los suyos. Obtuvo de ese modo el favor de los sectores populares, que lo consideraron un representante confiable de sus intereses avasallados por la burguesía comercial, los “decentes” del puerto.

El nuevo gobernador, de profundas convicciones democráticas, había dictado medidas drásticas a favor de las clases populares: fijó precios máximos para el pan y la carne, suspendió el odiado régimen de reclutamiento forzoso y prohibió el monopolio de los productos de primera necesidad. También suspendería las faraónicas y sospechables obras públicas iniciadas por Rivadavia, y prohibiría las exportaciones de oro –pese a las protestas británicas- y nuevas emisiones de papel. Su política económica tuvo éxito: en febrero de 1828, según Miron Burgin (1960), “el peso recuperó casi todo el terreno que había perdido el año anterior”.
No será extraño entonces que en ese contexto aparezca escrita por primera vez en nuestra historia una palabra que carga una intensa significación. Cuenta el general Iriarte en sus Memorias que cierto día, acompañado por Carlos de Alvear, se cruzaron con Dorrego en una de las calles céntricas de Buenos Aires. Dorrego vestía un traje ostensiblemente desaliñado, y su apariencia era desprolija. Iriarte anota entonces: “Excusado es decir que esto era estudiado para captarse la multitud, los descamisados”.

[Fragmentos de “Caudillos Federales, el grito del interior”, por Pacho O’Donnell]


Breve semblanza:
Manuel Críspulo Bernabé Dorrego, nacido el 11 de Junio de 1787 en Navarro, Bs. As., y fusilado 41 años después por Juan Galo de Lavalle, fue revolucionario en Santiago de Chile, soldado y eficaz coronel del Ejército del Norte, exiliado político, periodista, legislador nacional y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Vehemente, díscolo, insubordinado, apasionado, pagó con su muerte los aciertos de su vida política: haberse mantenido fiel al pensamiento republicano y democrático y, sobre todo, haber sido el primer líder popular de la Argentina y referente del federalismo rioplatense. Sin embargo, en comparación con su grandeza, es el gran olvidado de la historia nacional.


Videos:
 Manuel Dorrego-Programa: Caudillos-Canal Encuentro

 Cielito Federal - Atilio Reynoso

Ha muerto Dorrego - Roberto Rimoldi Fraga

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